Uno de mis recuerdos más aguerridos proviene tan solo de la experiencia de este cohete que igual lo disfruté tres o cuatro días…Pero el recuerdo perduró para siempre y el juego lo que duró las pastillitas… A finales de los años 60 la casa Ariel en su caja de detergente regalaba este pequeño cohete promocional de unos seis centímetros al que le acompañaban unas pastillitas efervescente. La mezcolanza de agua y pastilla hacia la suficiente presión “atmosférica” para que saliera disparado sin propio aviso y con fuerza suficiente para llegar casi al techo…