Mamás agradecidas por las espadas
romanas y puñales como estos Wikingos, por su plástico inflado y
flexible. No podía ser de otra manera, un juguete pequeño y barato
para el juego ancestral de la batalla y la lucha cuerpo a cuerpo, sin
temor de ser gravemente herido... bueno a veces ocurría un certero
puntazo en el ojo! Pero gajes del oficio, el de ser niño en los 60 y
70.