¿Susto o muerte? Lo cierto es que en el kiosco de aquellos años 60 y 70 más que terror era bien un susto! Y poco más. Era un “terror” entrañable y casi cómico en mucho aspectos.
Bastaba ver como “correteaba” la rata con mecanismo de goma elástica y carrete, tan sencillo como ingenioso, a pesar de ello recuerdo a las niñas y no niñas dar saltitos cuando la rata se les acercaba por la inercia del retroceso de la goma, con risitas nerviosas.
Los dientes de Drácula son todo un clásico que se vendían sueltos o salían en sobres y cajas sorpresas. Hemos babeado un motón al tener ese objeto extraño en la boca durante quizás demasiado tiempo.
Las caretas, otro clásico, siempre colgaban del kiosco, las más comunes como la momia, el hombre lobo y Frankenstein, pero hasta el aspecto de una señora mayor con verruga en la nariz, te daba su respeto, la muy bruja.
Menos mal que habían medias tintas, como es el caso de uno de los primeros esqueletos que recuerdo del kiosco; el esqueleto bailarín “Reskieyut” (Cuando mueras que harás tú...) un gracioso y poco terrorífico esqueleto, sus extremidades de látex huecas se estiraban bruscamente al apretar la perilla de aire, creando un gracioso movimiento, que te hacia reír en vez de asustarte.
Sin duda la colección de los chicles dunkin “Hippy Monster” tuvo gran éxito debido al estilo de la ilustración de sus personajes, unos buenos chicos, que más que terror daban ternura.
Y por una peseta podías llevar a tu monstruo o actor preferido (como Bruce Lee) trasferido a una prenda mediante el planchado (camisetas blancas, otras de estar por casa, vaqueros... ) prendas que portaban estos calcos, con el permiso de tu madre, claro!
El terror de baratijas de kioscos de esos años 60 y 70 eran muy suave, comparado con el despertar de generaciones posteriores en juguetes y sustos!!! Y del tema Halloween ni hablamos, porque en aquellos kioscos ni por asomo, claro.