Los tatuajes de agua siempre me han
gustado mucho. Sobre el 67 al 70 los llevaba en ocasiones, fue la
época que más me dio por llevar calcomanías en los estuches
escolares, libros y libretas, carteras, y sobre todo en el brazo,
incluso en la parte de arriba de las manos.
Cuando lo llevabas tiempo puesto en la
piel, al día siguiente los tenias agrietados y con los bordes
ennegrecidos, algunos de ellos pelados por la mitad. Había que
restregar y lavarse las manos y brazos. Recuerdo a mi madre siempre
en grado de vigilancia para que no me pusiera más de la cuenta.
Me encantaba el proceso de implantación
de la colcomanía en la piel. En casa bajo el grifo para humedecerlo
bien y luego mover el cartoncillo despacito para no dañar el “tatu”
o en la calle y con las prisas por ponérmelo con saliva y
restregando el dedo por encima del cartoncillo que también era
efectivo.
Les pongo unas calcomanías; en esta
ocasión salían con un globo de FESTINA elaborado en Murcia. A una
peseta la calcomanía y el globo. Esto era el kiosco de los años 60,
70...