Hace unos meses mi tía Isabel se
despidió de todos nosotros. Desde este planeta, difícil saber en
que estrella estará, pero su recuerdo siempre me acompaña.
Mi tía era una mujer valiente,
aventurera y muy de estar por casa, era de esa pasta. Cuando venia a
pasar unos días del pueblo (Orihuela) a mi casa en Alicante, durante
el verano, las tres ocupaciones en que más tiempo invertía era en
ir a la playa, leer las novelas de M. La Fuente Estefanía, las
novelas policiales del F.B.I. y el ganchillo con lo que nos hacia
para casa todo tipo de cosas como: Bolsas para el pan, apoyabrazos
para los sofás de eskay, colcha para la cama, mantelito para la mesa
del comedor y las mesitas... Esas eran sus vacaciones en casa cuando
venia de visita.
Pero yo tenia una misión que cumplir
con mi tía. La de ir a la papelería- estanco para cambiar por cinco
pesetas (creo recordar) las novelas de Estefanía (las del oeste) y
las novelas del F.B.I. ya que mi tía devoraba estas pequeñas
novelas y era la única forma de verla quieta. Claro que yo también
ganaba con los recados de mi tía, me daba para un helado a la vuelta
que compraba en la bodega.
Vi estas novelas del F.B.I y no pude
resistir la tentación de comprarlas, en Homenaje a mi tía. Es
cierto que como muchos niños yo también quería ser policía o
agente secreto, siempre me llamó la atención en mi niñez esta
temática.