Me resulta curioso ver algunos de los objetos o baratijas de kiosco con lo que disfrutábamos sacando algunos sonidos sin ritmos, ni armonía, confusos con lo que se conoce por regla general el ruido. Nos encantaba experimentar o descubrir esos sonidos quebrados o chirriantes que nos hipnotizaban de algún modo. En ésta segunda parte de “El sonido del kiosco” les presento alguna cosas curiosas...
Como las llamadas ranas de metal con lengüeta, sonido quebradizo y casi molesto, la rueda con goma elástica que si la girábamos conforme cogía velocidad sacaba por sus pequeños agujeros el sonido de un silbo, las clásicas ruedas corre pasillo que tenían incorporados unas lengüetas de plástico que al tropezar con otra pieza de plástico dentada hacia ese ruido de carraca, objetos que intimaban instrumentos musicales como flautas, tambores o este acordeón de plástico inflado donde salia el sonido por un pinto con lengüeta al salir el aire, silbatos que imitaban el pájaro cantor en pasta, copiados de los antiguos de barro cocido para ferias y bazares de antaño... O elementos tradicionales como las castañuelas que tanto distinguía a la España de aquellos años.