El kiosco ha vendido a lo
largo de muchos años y lo sigue haciendo, pequeñas baratijas de muy
diferentes formas, utilidad y colores. Son cientos y cientos y sigan
sumando, de pequeños juguetes económicos.... Y claro cuando uno se
dedica a la búsqueda y al rescate de estas pequeñas baratijas de
antaño, la gente suele preguntarme ¿Y dónde guardas todas estas
cositas de kiosco?
Aquí está parte de la
respuesta, solo son unos ejemplos. En primera instancia lo que hago
es aprovechar cualquier recipiente a ser posible con tapa, para
meter, ordenar y apartarlo del polvo y la oxidación a las baratijas.
Recipientes o cajas como
las de un conocido bombón almendrado de chocolate que florece en
invierno, diría yo. Gracias a mis cuñados Rosa y Pepe, tengo estas
cajas ya que son unos golosos de esta bolita de chocolate llena de
“granos”.
Otras de las cajas que
uso con frecuencia son las que me mandó en su día Emilio Delliafonte desde Barcelona, colega y excelente ilustrador. Son de un
coleccionable de cajas sobre marcas míticas en su versión más
vintage.
Es de cajón que también
aproveche algo que ya era y sigue siendo de aquellos años de mí
infancia, las cajas del colacao de las promociones de los años 60 y
70...
O como estas otras, una
de caramelos de café, mejor dicho pastillas de café con leche. Y
una pequeña caja de una baraja de cartas.
Chicles en otra cajita de
cartas y caja Ferrero con sacapuntas, tele kiosco y minis de
Brugera...
Se aprovecha todo, esta
caja separador para tornillos y arandelas, la compré expresamente
para diversas y pequeñas baratijas kiosqueras. Por si algún curioso
se preguntaba si lo tenía en cajones o en cajas.... El caso es que
también tengo cajones con más cosas. Mi Señora que es una santa!